En este artículo
hacemos referencia a la exposición en el reciente séptimo Foro
Económico Astana conjuntamente con la celebración del 50
aniversario de la UNITED NATIONS CONFERENCE ON TRADE AND DEVELOPMENT
(UNCTAD) en la que se habló de la creación de una agenda
transformadora y se mencionaron datos que nos ayudan a entender la
desigualdad latente en la economía mundial.
En
el Séptimo Foro Económico Astana, el Dr. Kituyi junto a otras
eminencias ponentes, como el ex Primer Ministro de Italia y el décimo
presidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, y el ganador del
Premio Nobel de Economía, Christopher Pissarides, entre otros, han
reflexionado sobre el quincuagésimo aniversario de la UNCTAD y su
objetivo continuo de conseguir una prosperidad para todos.
Observando el marco de desarrollo para después de 2015, encuentran necesaria una agenda transformadora que abarque un programa que se ocupe de alcanzar un desarrollo económico, social y ambientalmente sostenible e incluyente. El programa deberá crear las condiciones que permitan a más países lograr el tipo de círculos virtuosos de inversión productiva, aumento de los ingresos, la reducción de la pobreza y la expansión de los mercados que darían lugar a una transformación económica y social duradera. Los participantes se hicieron eco del Dr. Kituyi pidiendo retornar el desarrollo al centro del multilateralismo consecuentemente con una agenda audaz y transformadora para el éxito de los Objetivos de Desarrollo del Milenio que expiran el próximo año.
Un tema clave que surgió de la mesa redonda fue la necesidad de justicia y de un sistema económico mundial inclusivo que permita la plena realización del potencial humano. Los panelistas destacaron que lo de siempre ya no es una opción y que se necesita transformar lo tradicional en actividades modernas cambiando la forma de pensar y la cultura política contemporánea, especialmente fomentando un contexto de sociedades que acepten una mayor equidad y justicia en el sistema económico a través de la generación de empleos y en particular, en los sectores sociales. Además, los panelistas debatieron sobre la importancia de reformar el sistema y de fortalecer la capacidad de los Estados para desempeñar un papel activo y propicio en la economía, para crecer y desarrollarse.
La exposición del Dr. Kituyi se centró inicialmente en presentar el escenario sobre el que deberían trabajar a partir de ahora, recordando que cuando en 1964 se reunieron en Ginebra para crear la UNCTAD, se pidió por un mejor y más eficaz sistema económico internacional de cooperación donde la división de ese mundo en áreas de pobreza y abundancia pudiera ser desterrado logrando prosperidad para todos. Por lo tanto, en aquel entonces, los nuevos países independientes trataron de tomar el control de sus propias vías de desarrollo, creyendo que el comercio representaba el medio prometedor que aseguraría a los países en desarrollo participar de los beneficios del comercio mundial. Sin embargo, nada más lejos de la realidad, porque el comercio perpetuó, con la ayuda del sistema capitalista, una división internacional desigual y parcial del trabajo donde los países en vías de desarrollo basaron sus exportaciones en materias primas a sus antiguos amos coloniales, y a su vez, importaron bienes manufacturados con un alto valor agregado de los mismos. Así lo reconoció el director en la conferencia.
Aunque
la UNCTAD, por medio de su director, se escude en que se han
esforzado en crear una economía mundial que sirvió para los
intereses de todos a través de su investigación analítica, de
propuestas políticas innovadoras, de negociaciones
intergubernamentales, de creación de consenso y de cooperación
técnica, es muy poco lo que han conseguido en estos 50 años,
habiendo destacado en esta reunión algunas áreas en las que sus
ideas marcaron la diferencia y que nosotros ponemos en tela de
juicio.
La
primera que mencionó, fue la creación del Sistema Generalizado de
Preferencias, que ayudó al lanzamiento de muchas de las economías
industrializadas desarrolladas de hoy en día, donde para nosotros
internamente tuvieron una desigual distribución del ingreso
concentrándose la riqueza en unos pocos intereses que incluso, en la
mayoría de los casos, no son nativos de los países en los que
participan. En segundo lugar, destacó la creación de la categoría
de Países Menos Adelantados en la que se reconocían las necesidades
especiales de las economías más pequeñas y vulnerables, pero a
nuestro entender que poco y lento se ha hecho por ellas en todos
estos años. En tercer lugar, resaltó el establecimiento de
objetivos para la asistencia oficial al desarrollo, que se tradujo en
un compromiso dentro de los Objetivos de Desarrollo del Milenio y
apoyaron la ampliación de los flujos de ayuda, pero que aún esta
por verse la contribución de todo esto. En cuarto y último lugar,
destacó el apoyo en la renegociación de la deuda del Club de París
y la realización de mecanismos sostenibles de deuda, que a nuestro
entender ha consistido en apoyar a los llamados fondos buitres para
someter a países como Argentina de forma continuada en el tiempo al
pago de intereses usureros, gracias a que puede hacerlo, por la
exportación de sus riquezas naturales y agrícolas.
Finalmente,
reconoció que muchas de las preocupaciones más amplias de los
países en vías de desarrollo que animaron las discusiones en 1964
todavía están presentes hoy en día, entre las que destacó la
continuidad de la pobreza; la creciente desigualdad dentro y entre
los países; el peligro de las crisis financieras y la volatilidad;
el hecho de que se mantengan aún al margen de la economía mundial
los Países Menos Adelantados principalmente los países en
desarrollo sin litoral y pequeños estados insulares; y por último,
las amenazas planteadas por el cambio climático, la inseguridad
alimentaria y los conflictos.
Por
nuestra parte esperamos que luego de 50 años y a partir de ahora
finalmente consigan sus propósitos convirtiendo sus deseos en una
realidad incuestionable, obviamente de forma diferente a la que se ha
venido haciendo hasta ahora.
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