En
estos últimos días comienzan a aparecer datos sobre las principales
economías emergentes, y existen desequilibrios visibles en algunos
de ellos. Los fantasmas de la reciente crisis que se ha sufrido en el
ámbito internacional no terminan de desaparecer y se vuelven a
encender nuevas alarmas. Mientras tanto, los países desarrollados
juegan el papel del desinterés o están ocupados en sus propios
asuntos, cuando deberían mantener un principal cuidado al quedar
todavía la incógnita de cómo se desarrollan los hechos en el nuevo
escenario internacional que se aproxima.
